Estudié la Licenciatura en Administración de Empresas en el Tecnológico de Celaya, trabajé en la Clínica Hospital del ISSSTE como jefe de departamento de Farmacia, posteriormente me desempeñé como encargada de compras en una empresa privada llamada Mezfer, dos años después ocupé el puesto de encargada de personal en la presidencia municipal de Juventino Rosas, Gto.
Un año más tarde tuve la fortuna de entrar al cbtis 238 con la ayuda de mi esposo que se encontraba trabajando en este plantel.
Como si fuera ayer, viene a mi mente el recuerdo del primer día de trabajo en el plantel, me presente al módulo de las siete de la mañana de un lunes correspondiente a la tercera semana del mes de agosto. Los focos y las lámparas del plantel se encontraban encendidos iluminando una escuela que aún permanecía oscura. En aquel día portaba una falda de color verde, una blusa blanca y zapatos negros. La materia a impartir era contabilidad uno, así que me dirigí al salón tres y comencé a dar mi clase.
Dos semanas anteriores, me preguntaba sobre la postura a implantar en mi nueva experiencia como docente, la respuesta fue sencilla, tomaría una actitud similar a la que viví como estudiante. En aquel tiempo y puede ser que también en la actualidad los docentes acudían al salón exponían sus temas y se retiraban, aplicaban examen aproximadamente cada tres semanas y pasaba quien tenia interés en estudiar, quien a pesar de que no tenia ninguna motivación o aprobación de su familia lograba poseer un título.
Durante mis primeros semestres de vivencia como docente acudía al salón de clases, dejaba mucha actividad extra clase y exigía en los exámenes, quería que los muchachos me respondieran como yo en aquel tiempo lo había hecho.
Cada fin de semestre, el plantel nos ofrece cursos de actualización o capacitación, recuerdo que en uno denominado “aprender a aprender” se nos cuestionó sobre la función del docente, algunos profesores y entre ellos yo contestamos que era trasmitir conocimientos, el instructor respondió que no únicamente era trasmitirlos si no lograr que el alumnos los aprendiera, estas palabras para mi significaban mucho, porque era el cambio del significado de un concepto, de unos años a otros, de mi época de estudiante a la actual.
Durante ocho años de actividad docente, la relación con mis alumnos camino muy superficialmente, acudía al salón de clases exponía mi tema, aplicaba examen y revisaba, nunca me interesó pensar que pasaba por su mente, que problemas los atormentaban, porque situaciones se encontraban viviendo en ese momento, por el comportamiento que presentaban con sus compañeros, con sus maestros, por su rechazo al plantel, a la tarea, a las evaluaciones.
En la actualidad pienso que ser docentes requiere de mucha actualización y responsabilidad, que trabajamos con adolescentes con acciones y necesidades diferentes y que en un futuro ocuparan las empresas u oficinas que prestarán sus servicios.
Durante mi desarrollo como docente he tenido muchas satisfacciones la principal es cuando encuentro a mis alumnos trabajando o continuando sus estudios en las diferentes universidades o cuando me encuentran en la calle y me dicen: “hasta luego maestra”.
Mis insatisfacciones son pocas una de ellas es cuando algunos directores no reconocen la labor docente y no permiten o dan la facilidades para seguir creciendo.
viernes, 12 de diciembre de 2008
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Hola Sandra:
ResponderEliminarTienes mucha razón al mencionar la enorme responsabilidad que tenemos como profesores, aunque esa responsabilidad no debe permitirnos estar por encima de la comunicación que día con día debemos de tener con nuestros alumnos, porque ésto permite apoyarlos en algun problema, tal vez no se pueda a todos, tampoco siempre, pero salvar a un estudiante de una problabe deserción, ya es bastante en su futuro inmediato y porque no ,pensar que ya se salvo un profesionista más para la sociedad.
Saludos